9 trucos para que nuestros hijos escuchen cuando les hablamos.
Criar niños no es fácil, pero mucho más difícil es hacer que nos obedezcan.
¿Cuántas veces necesitas repetir que vayan a bañarse? ¿Cuántas veces necesitas pedirles que ordenen su habitación? ¿Y que pongan su ropa a lavar?
Amamos a nuestros hijos, de eso no hay ninguna duda, pero algunas veces nos sentimos impotentes ante la frustración de no saber bien cómo lograr que cumplan con órdenes simples y concretas.
¿Qué hacer? Descubramos 9 “trucos” sencillos para hacer que nuestros hijos comprendan la importancia de escuchar y respetar las consignas.
Ser breve.
Claridad y firmeza. Tengamos presente que siempre debemos pedir cosas concretas y que se entiendan bien.
No grites, no te alteres, no digas frases muy largas. Sé clara en el pedido de lo que quieres que tu hijo haga.
Ser coherente.
Si ya dijiste varias veces “no”, pero tu hijo insiste, no te pongas nerviosa, ni des largas explicaciones. Responde con calma: “Ya me preguntaste eso y ya conoces la respuesta”.
Si no quieres que tus hijos griten, no grites. Debes dar el ejemplo.
Ser inflexible.
Si tu hijo no obedece, no lo dejes pasar “sólo por esta vez”. Él tomará nota de esta “debilidad” de tu parte. Debes mantener el castigo que hayas impuesto.
Si renuncias a tu propia palabra, perderás autoridad. Tu hijo debe tener bien claro quién toma las decisiones.
Ser calmo.
Los berrinches suelen ser forma de presión que adoptan nuestros niños para obtener lo que quieren.
Si tu hijo grita, llora y no entiendes lo que dice, dile con total calma que de esa forma no entiendes lo que está diciendo y necesitas que repita con tranquilidad.
Cuando lo haya hecho, agradece y escucha lo que tenga que decir.
Ser concreto.
Cuando te enojes por algo que tu hijo haya dicho o hecho, explícale por qué estás enojada. Hazle entender que no es él quien te enoja, sino su manera de comportarse.
Así, sabrá qué es lo que te disgusta y evitará volver a hacerlo.
Ser realista.
Las amenazas de tipo “no vas a ver la televisión por 2 meses” o “no va a venir nunca más nadie a jugar a casa”, no tienen razón de ser simplemente porque son imposibles de cumplir.
Tus hijos saben que esas amenazas no son ciertas, de modo que hay que ser realista. “Si sigues con esta actitud, nos volvemos a casa”, es una advertencia posible de realizar y que deberás poner en práctica llegado el caso, porque de otra manera, tu credibilidad se verá afectada.
Aunque eso arruine tu salida, es importante mantenerse firme. Es seguro que tu hijo entenderá el mensaje.
Ser receptivo.
Nunca dejes que una situación complicada empeore. Si hablas con el empleado de un comercio mientras haces una compra y tu hijo te llama sin cesar, hazle una seña para hacerle saber que lo escuchaste y que pronto atenderás su reclamo.
Ignorar a un niño que te reclama, sólo hará que insista más y más.
Ser claro.
Antes de salir de casa, explica a tu hijo a dónde van y qué reglas se deben respetar en ese lugar.
Por ejemplo; “Vamos al supermercado. Quiero que te quedes a mi lado y no corras”.
Ser afectuoso.
La capacidad que tenemos los padres para perdonar, es inmensa. Las faltas que cometen nuestros hijos prescriben al día siguiente y después de un castigo, todo vuelve a empezar.
Tal vez sea necesario hablar de algo que haya sucedido, al día siguiente y estando todos más tranquilos, pero ya nadie enojado.
Un refrán dice que “se atrapan más moscas con miel que con vinagre”, de modo que siempre hablar, explicar y corregir, serán las mejores maneras de vincularnos con nuestros hijos.