¿Es más resistente un huevo parado o acostado? Un dilema cascarudo que ni la física se salva de resolver

Antes de que los precios de los huevos se dispararan en Estados Unidos a principios de 2025 (sí, como si fueran acciones tecnológicas), un equipo de científicos del MIT decidió romper más de 200 huevos… pero no para hacer una mega tortilla. No, no. Lo hicieron por amor a la ciencia y para responder una pregunta existencial que podría quitarle el sueño a más de un chef o profesor de física: ¿un huevo es más fuerte cuando cae de pie, acostado o con las patas para arriba?

Porque claro, en las escuelas de EE. UU., los ya clásicos “desafíos de la caída del huevo” —donde estudiantes construyen paracaídas, cajas acolchadas y hasta patas de pollo robóticas para evitar que el huevo muera trágicamente al tocar el suelo— son todo un espectáculo. Pero resulta que incluso los profesores que los dirigen no tienen muy claro qué posición es realmente la más segura. “Descubrimos que muchos tienen intuiciones equivocadas”, dijo Tal Cohen, profesor del MIT y uno de los cerebros detrás del estudio publicado el 8 de mayo en Communications Physics. O dicho de otro modo: algunos profes podrían aplastar un huevo con sus convicciones.

Para empezar, los investigadores apretaron huevos con una máquina (lo más cercano a hacer ejercicio que ha tenido un huevo) para medir su rigidez. ¿El resultado? La punta del huevo —lo que podríamos llamar con cariño su “cabecita”— es más rígida que los costados. Esto se debe a que tiene una curvatura más cerrada, como si fuera un casco. Es decir, si fueras un huevo y tuvieras que enfrentarte al mundo, probablemente querrías ir de cabeza.

Pero no tan rápido: que algo sea más rígido no quiere decir que sea más resistente. Al probar con diferentes fuerzas y orientaciones, descubrieron que, cuando se trata de soportar un buen golpe, el huevo resiste lo mismo si cae de lado o de punta. Sí, así como lo lees: da igual si rueda o si se lanza en plan clavado olímpico. El resultado es casi siempre una tragedia con yema.

De hecho, el equipo usó las mismas máquinas que otro grupo del MIT ya había usado en 2012 —porque si vas a romper huevos, al menos hazlo con estilo y con precedentes académicos—. Solo que esta vez usaron huevos de verdad, no de plástico.

Uno de los momentos más divertidos (para nosotros, no para los huevos) fue cuando les dejaron caer bolas de acero encima. Si pensabas que tu lunes era pesado, imagina ser un huevo viendo venir eso desde arriba. Y aún así, lo aguantaron… igual de mal, en cualquier posición.

Así que, si alguna vez viste esos videos donde colocan autos encima de huevos puestos de pie y no se rompen, que sepas que eso también funcionaría si los huevos estuvieran acostados. Aunque claro, probablemente no con un auto que venga con dos pasajeros y las compras del supermercado.

En conclusión, el huevo es todo un misterio de la naturaleza: frágil, elegante, y equilibradamente rompible desde cualquier ángulo. Tal vez no tenga sentido llorar sobre la leche derramada, pero sí sobre el huevo estrellado… sobre todo si costó 3 dólares.

Y tú, ¿te atreverías a poner un huevo bajo tu silla para comprobar cuál es su lado más fuerte?

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