Necesitamos más mujeres que se atrevan a vivir sin miedo.
Las mujeres ya lo hemos dado todo. Ya trajimos hijos al mundo, ya los criamos, ya los formamos. Ya cuidamos a nuestros padres, ya trabajamos a la par de los hombres… o sin ellos.
Las mujeres ya superamos enfermedades, ya superamos la muerte de seres queridos. Las mujeres ya estudiamos y demostramos que podemos ser jefas, directoras o presidentas, así como buenas amas de casa, madres o esposas. O todo al mismo tiempo.
Las mujeres ya demostramos ser buenas amigas, solidarias y empáticas.
Ahora, necesitamos mujeres que se atrevan a vivir sin miedo del “qué dirán”. Necesitamos mujeres que se acepten como son.
Ahora, necesitamos que esas mismas mujeres guerreras que demostraron tanto a lo largo de sus vidas, puedan enfrentarse a sí mismas y tomen las riendas de su existencia y hagan lo que desean hacer de verdad.
¿Esto implica dejar de ser madre, esposa, hija o amiga? En absoluto; porque las mujeres también demostramos que podemos ser muchas cosas al mismo tiempo.
¿Quién más puede enorgullecerse de eso? Ahora, estemos orgullosas de nosotras mismas.
Quiero saludar a esas mujeres que se reinventaron. A esas mujeres que volvieron a levantarse una y otra vez cada vez que tropezaban y caían y que, a veces, no tenían a nadie al lado para ayudarlas.
Quiero saludar a esas mujeres que hacen sus propias reglas y no temen seguirlas, las que se liberaron de los prejuicios y que crían hombres que sean respetuosos de las mujeres. ¡Enorme trabajo!
Pero también quiero saludar a las mujeres que no se atan a los dos estatus establecidos por los mandatos sociales. Ellas saben que ya no están obligadas a elegir entre casarse y tener hijos o ser “una solterona”.
¡Esa mujer ya no existe! Las mujeres podemos elegir y elegimos formar una familia con un hombre que nos acompañe y nos apoye o elegimos una vida solas e independientes sin tener que dar explicaciones a nadie.
Quiero saludar a las que se atreven a todo. A las que se asumen solas económicamente, afectivamente, sexualmente… aun cuando tienen que pagar un alto precio por eso.
¡Cómo admiro a esa mujer! Porque… ¿quién dijo que es fácil ser mujer en nuestra sociedad o aun en los tiempos que vivimos?
Las presiones existen. Están ahí. No se fueron. Pero la mujer que volvió a nacer después de superar tantas dificultades, está mejor preparada para soportarlas.
Quiero saludar a la mujer que acepta las presiones, porque sabe que no van a desaparecer, pero ya no les teme.
Acepta lo que viene y hace lo mejor que puede frente a eso.
Y, por último, quiero saludar a la mujer que supo decir “basta”; a la que aprendió a decir “no” y a la que ya no teme hacer de la sinceridad una forma de vida.
Esta nueva mujer en la que te has convertido sigue siendo la misma en esencia, pero ahora cuenta con nuevas herramientas y estrategias que se notan, se sienten, se perciben… y nadie puede dejar de ver.
¿Qué más podemos decir de esa mujer?