Tener hijos no implica dejar de disfrutar de la vida.

Las medidas de seguridad que se dan a los pasajeros en un avión, son claras: en caso de emergencia, los adultos deben colocarse primero las máscaras para respirar y luego atender a los niños.

Esto a simple vista, parece egoísta y cruel, pero en realidad es lógico y realista: si no estás en buenas condiciones, no podrás asistir a otros. ¿Qué pasaría en ese caso si te desmayaras mientras les colocas la máscara a tus hijos? ¿Quién se ocuparía de ellos después?

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En la vida pasa lo mismo. La naturaleza le dio a la mujer la capacidad de tener hijos y el patriarcado se encargó de cargarla con todas las obligaciones.

¿Acaso una mujer no tiene derecho a disfrutar de la vida? ¿Una mujer no es también una persona con deseos y necesidades?

Nos convencieron de que nuestros hijos están por sobre todas las cosas y en parte es cierto; porque ellos son nuestro bien más preciado y, además, es nuestra obligación, pero… ¿tenemos forzosamente que renunciar a todo lo que nos gusta por ellos?

No perdemos de vista que hay hombres que deben enfrentarse a la difícil tarea de ser padre y madre al mismo tiempo, pero también es cierto que por lo general esto sucede más con las mujeres y a ellas también se les exige más.

No está mal querer darles a nuestros hijos todo lo mejor, esto es completamente normal; el problema empieza cuando nos estresa y nos impide ser felices.

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Pero lo más increíble de todo esto es que, aun sabiendo que debemos reservar tiempo para nosotras mismas, nos autoimponemos el sacrificio.

Seguimos un modelo que nos empuja a ocupar el lugar de la “sacrificada” y no podemos salirnos de él.

Convéncete. No vas a ser una mala madre porque un día quieras pasarte la mañana en la peluquería, o quieras salir una noche con amigas, o te acuerdes de que además de madre eres mujer y quieras tener una relación con una persona.

Cada una de nosotras sabe lo que hace por sus hijos, de modo que dejar de hacer todo lo que nos gusta, por ellos no implica ser una mejor madre.

¿Recuerdas lo que decíamos al principio sobre la máscara en el avión? Una madre que se ocupa de sí misma, que se da tiempo para sus cosas, que se divierte y hace lo que le gusta, será una madre contenta y feliz que a su vez le dará tiempo y atención de calidad a sus hijos.

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Tus hijos no te quieren estresada, cansada, hastiada y frustrada. Tus hijos quieren una madre contenta que se ría, que tenga amigas y que se sienta bien.

Resumiendo: no podemos hacer felices a los demás, si no lo somos nosotros mismos.

Te explicamos por qué.

Ejemplo de felicidad.

Cuando proyectamos la vida de adultos de nuestros hijos, pensamos en personas felices, con confianza en sí mismas, seguras de sus capacidades y con ingenio para apreciar las cosas buenas de la vida.

¿Cómo lo logramos? ¡Dando el ejemplo!

Desde que nacen, aprenden imitando. Repiten todo lo que nosotros hacemos. ¿Recuerdas cuando nos vestíamos con la ropa y los zapatos de mamá?

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De la misma manera que nuestros hijos aprenden de nuestras ideas y hasta de nuestras convicciones, también de la misma manera aprenden a ser felices cuando nos ven felices.

Que no se repita la historia.

Si ven que nos sacrificamos tanto por ellos… ¿qué harán cuando sean padres? También se sacrificarán por sus hijos, porque aprendieron que ese es el esquema en el que se debe vivir.

Nuestros hijos dejarán de lado sus necesidades, sus deseos y sus sueños por darles todo a sus hijos. Y al final… ¿quién será feliz? Nadie.

Las frustraciones que arrastramos por no haber podido hacer lo que deseábamos o por no tener un poco de tiempo para nosotras, a la larga, se paga y se nota. Y nuestros hijos lo ven.

De hecho, ese tiempo que les damos después de haber sacrificado tanto, no es un tiempo de calidad; porque estamos cansadas, agotadas y a veces, hasta de mal humor.

Es importante que ellos entiendan que necesitas un rato para un baño tranquila, leer un libro, mirar tu serie favorita o salir a tomar un café con una amiga y que luego de eso, estarás disponible con más ganas y entusiasmo para leerle un cuento, jugar o ayudarlo con sus tareas.

Padres felices, niños felices.

Parece fácil de decir y difícil de concretar, pero en el fondo, sabemos que es cierto.

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¡Cuídate! Cuida tu salud, cuida tu independencia, cuida tu humor… todo eso se logra dándote tiempo a ti misma.

Podremos leer muchos libros de cómo ser buenos padres y tener muchas convicciones, pero es difícil poner todo eso en práctica cuando estamos cansadas, estresadas y no tenemos tiempo para nosotras.

Debemos educar a nuestros hijos, pero también debemos reeducarnos a nosotras mismas en la tarea de ser felices.

¿Qué piensas del sacrificio de las madres? ¿Tienes tiempo para cuidar de ti misma?

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