El verdadero éxito en la vida es que tus hijos sean buenas personas.
Siempre digo que me voy a sentir realizada como madre, sólo con saber que mis hijos son queridos y aceptados. Saber que son buenas personas, es el mejor premio que podemos recibir como padres.
Es una prueba de que hicimos un buen trabajo como padres.
Décadas atrás, el principal objetivo era tener hijos exitosos. Y claro… a todos nos enorgullece que sean buenos alumnos, que estudien, que se destaquen; pero hoy ponemos por encima de todo eso, que sean buenas personas.
Pero tener hijos amables, respetuosos y solidarios, es algo que se cultiva, se enseña y lo más importante; se predica con el ejemplo.
En esto cinco puntos, vamos a resumir estos conceptos.
La prioridad, preocuparse por los otros.
A veces se piensa que el éxito propio, debe estar por encima del ajeno, pero nuestros hijos deben entender que ser exitoso está bien, pero no es lo único importante. También debemos tener conciencia.
¿Cómo se hace?
Los niños necesitan escuchar de parte de sus padres que ayudar y compartir es una prioridad. Es una cuestión de ética.
Por ejemplo, debemos alentarlos a cumplir con los compromisos que asumieron, aun cuando no quieran hacerlo.
También podemos dar ejemplo mostrando a nuestros hijos que somos capaces de interactuar con otros de manera amable y gentil.
Atentos y agradecidos.
Podemos esperar a que nuestros hijos se vuelvan adultos atentos y agradecidos, pero difícilmente eso venga solo.
Ellos necesitan “entrenamiento” para ayudar y preocuparse por los demás, pero también para expresar gratitud a quienes los quieren.
Los estudios hechos en este sentido demuestran que las personas que son agradecidas, son más proclives a ayudar, a ser generosas, empáticas y tolerantes.
Pero también, son personas más dispuestas a ser felices y a gozar de buena salud.
¿Cómo se hace?
Aprender a ayudar es como aprender a hacer cualquier otra cosa. Se trata de una repetición diaria de buenas acciones: colaborar en casa, ayudar a un compañero con la tarea, o ir a hacer las compras con mamá.
De esta manera, ayudar; se vuelve algo natural.
Ampliar el círculo.
La mayoría de los niños se preocupan por el pequeño círculo que los rodea: la familia y los amigos. ¿Por qué no hacer este círculo más amplio?
Es necesario explicarles a nuestros hijos que lo que ellos hagan o digan tendrá impacto en otros que no siempre forman parte de su círculo íntimo. Es una forma de crear buenos valores.
¿Cómo se hace?
Anima a tus hijos a ser amables siempre y con todos; aun cuando no sean personas conocidas y en especial, con los más desfavorecidos o vulnerables.
Por ejemplo, un compañero nuevo en la clase, alguien que no habla su mismo idioma, el conductor del autobús, el barrendero del barrio, el mesero del restaurant.
Y aún una causa más noble: ayudar, consolar y acompañar a un compañero de clase del que otros se burlen.
Sé el ejemplo.
Esto lo sabemos todos. Para nuestros hijos, somos héroes sin capa y ellos quieren ser como nosotros. ¿Por qué no enseñar dando el ejemplo?
Sabemos que esto no es fácil, porque muchas veces tendremos que renunciar a impulsos que algunas veces no se pueden controlar.
Debemos ser honestos y justos. Debemos reconocer nuestros errores, para que nos volvamos respetables ante sus ojos y para que sepan que no somos perfectos y cometemos errores. Debemos respetar sus ideas y pensamientos y escuchar sus opiniones.
¿Cómo se hace?
Por ejemplo, plantea este dilema ético a tus hijos: “¿Debo invitar a mi nuevo vecino a mi cumpleaños, aunque mi mejor amigo no lo quiera?”. ¡Muy interesante!
Ayudarlos con sus sentimientos negativos.
Somos humanos y nuestros hijos también. Es natural que algunas veces nuestra capacidad para hacer el bien, nos genere sentimientos negativos, y nos revelemos contra eso.
Puede suceder que se sientan enojados, avergonzados o cansados. Debemos hacerles saber que esos sentimientos son naturales y que tienen derecho a sentirse así.
Pero también debemos destacar el hecho de que sí tenemos que controlar cómo expresamos esos sentimientos negativos.
¿Cómo se hace?
Pídeles a tus niños que intenten calmarse antes de tomar una decisión; que siempre es mejor actuar después de haber de analizado la situación.
Ayúdalos a relativizar eso que ven como un problema grave o que no tiene solución. Acompáñalos en su proceso de ver las cosas desde distintos ángulos.
Tus hijos siempre necesitarán de ti, aun cuando ya sean adultos. ¿Acaso no necesitamos nosotros el consejo de nuestros padres o extrañamos sus palabras los que ya no los tenemos?
La felicidad de saber que nuestros hijos sean buenas personas, supera cualquier expectativa como padres. ¿Qué importa si no son los mejores, los más exitosos o los más premiados? El éxito más grande es saber que son seres humanos capaces de ayudar, de ser solidarios y de tender una mano a quien más lo necesita.