5 verdades (poco conocidas) de ser madre de una hija mujer.
¡Qué relación tormentosa! Entre amor, rivalidad, complicidad, conflicto o indulgencia… la relación madre-hija parece destinada a terminar en el consultorio de un psicólogo.
A menudo esta relación es complicada, porque debe evolucionar, pero en el transcurso de esta evolución se producen fricciones.
La relación madre-hijo, también sufre de contratiempos, pero entre madre e hija la situación es diferente porque las madres debemos dividirnos en nuestro rol de mujeres, amigas y guía. ¡Es todo muy difícil de combinar!
Relación asimétrica.
Se dice que esta relación es asimétrica, porque en la mayoría de las relaciones, se trata de “dar y recibir”. Ya sea una relación de pareja o de amistad, damos y recibimos; pero en una relación de padres e hijos, los padres se entregan a sus hijos, pero los hijos se entregan a su propia vida.
Sin embargo, el amor está siempre ahí y no cambia. Son muchas las cosas que vas a compartir con tu hija y aquí las destacamos.
Hablar, hablar y hablar.
¿Sabías que las mujeres hablamos más que los hombres? ¡Mucho más! Las mujeres pronunciamos unas 20000 palabras al día, mientras que los hombres sólo unas 7000 aproximadamente.
Bien… este es un tema que vas a compartir con tu hija mujer, porque nunca se cansarán de hablar y de contarse cosas.
Las mujeres entendemos mejor que nadie, que el amor se expresa en palabras y que las diferencias se resuelven con el diálogo.
Hablar, es sinónimo de mujer.
Madres sobreprotectoras.
Las madres preparamos a nuestras hijas para que algún día también sean madres, esposas y compañeras.
Pero mientras aprenden, tratamos de protegerlas de todo lo que pueda acontecer.
Ellas nos necesitan porque saben que somos su referente y dependen de nosotras. Tú mejor que nadie comprenderás sus juegos de “mamá” con las muñecas o sus diálogos a veces difíciles de entender.
Ahí estará mamá para acompañar a su hija en todo lo que necesite mientras crece.
Las mejores confidentes.
Las hijas mujeres pueden ser muy compañeras de su papá, pero cuando se trata de un conflicto que las angustia, recurren a su ángel de la guarda incondicional: mamá.
Lograr una buena relación de madre-hija, hará que, cuando se presente una situación delicada, ellas recurran a mamá, porque sabemos que nadie las aconsejará mejor.
Un espejo en el cual reflejarnos.
Madre e hija podrán tener muchas diferencias y por supuesto que forjarán su propia personalidad y desarrollarán sus propios gustos, pero siempre algo de mamá quedará en cada una de ellas.
Las mamás somos un modelo a seguir para nuestras hijas. Incluso podemos no darnos cuenta como madres, pero ellas tienen la vista y los oídos puestos en nosotras listas para copias absolutamente todo.
Somos sus referentes y sus guías.
Manejar los conflictos.
Nunca debemos olvidar que somos los adultos y, en consecuencia, la parte de pensante de este dúo dinámico.
Cada vez que surjan dificultades en esta relación tormentosa, debemos ser quienes demos el primer paso en pos de encontrar la solución.
Las relaciones nunca son perfectas. Los conflictos no son sinónimo de fracaso, porque siempre que haya conflicto, hay diálogo. No son momentos fáciles de vivir, pero forman parte de la relación.
Es normal que surjan celos y hasta un poco de competencia. La hija que quiere ser como la madre, la madre se refleja en la hija y debe aceptar que el tiempo pasa. Es cuestión de encontrar en esto algo positivo.
Reflexión final.
El trabajo de una madre nunca termina. Una forma de aceptar el lugar que va cambiando y que va ocupando cada uno de nosotros en la vida del otro, nos hace ver que nuestros hijos en algún momento dejan de ser una extensión de nosotros mismos y se van convirtiendo poco a poco en personas diferentes con sus virtudes y sus defectos.
El mejor regalo que podemos hacerles, es acompañarlos y aconsejarlos siempre guiados por el amor.
¿Y tú? ¿Cuál fue el mejor consejo que recibiste de tu madre?