Ser madre de un varón es como tener nuestro propio príncipe azul.
Traer al mundo a un hijo varón es una hermosa aventura para una madre porque finalmente… ¡El verdadero príncipe azul ha llegado!
Durante nueve meses hemos cobijado en nuestro cuerpo a este ser que se convertirá en el centro de nuestra vida.
Para una madre, el hijo varón es ese pequeño gladiador que va a conquistar el mundo, el que va a alcanzar las estrellas, el que derribará todos los muros de los villanos… es nuestro héroe máximo.
Dar nacimiento a un hijo varón es penetrar en otro planeta, en el mundo de los hombres. Es siempre un poco desconcertante tener en brazos a una personita que no sabemos muy bien cómo tratar. ¿Cómo educarlo, amarlo o guiarlo?
Nuestro príncipe azul nos propone un desafío día a día, porque hoy es un trabajo inmenso el que hacemos las mujeres que criamos hijos varones y combinamos ternura con firmeza, además de ayudar a forjar una personalidad masculina y enseñar a respetar y entender la femineidad.
El lazo que creemos con nuestro hijo varón será indestructible. Un amor recíproco que se gestó durante meses pero que en cuanto se cruzaron las miradas al momento de conocernos por primera vez, se materializó en un pacto de amor eterno, de fidelidad absoluta y de completa lealtad.
Una admiración mutua.
Es verdad, las mamás perdonamos todo a nuestro pequeño príncipe azul. Nos fascina, no seduce, ¡nos hechiza! ¿Cómo negarles algo? Imposible…
¿Y él? Nuestro hijo alimenta un amor incondicional por su madre que durará toda la vida porque ella es su primer amor, su fuente de vida y el ser más importante en este mundo.
Pero precisamente ese mismo amor nos obliga a imponer ciertos límites y demostrar autoridad cuando sea necesario. Una buena madre brinda seguridad a su hijo sin ser agobiante, porque de esta manera moldea las bases de una personalidad sólida y segura.
También es nuestro deber establecer parámetros para la vida futura. Enseñar a nuestro hijo que debe ser precavido, respetuoso y empático.
La imagen de la femineidad.
¿Por qué negarlo? Estamos enamoradas de nuestros hijos y el sentimiento es recíproco. Todas disfrutamos cuando nos traen flores o nos acarician el cabello. Cada mamá con su amor absoluto, enseña a sus hijos varones cómo amar a una mujer y a su vez, cómo obtener su amor.
¡Nunca lo olvidemos! Somos sus modelos de mujer. Lo que enseñemos a nuestros hijos en relación a las mujeres, marcará su futuro cuando le toque crear vínculos con el sexo opuesto.
Los niños de una mamá que muestra, a no importa qué edad, que espera ser tratada con respeto y amabilidad por todos, incluidos el padre y cualquier otra persona, buscará más tarde mujeres que se parezcan a ella y sabrán quererlas mejor. ¡Somos su primer ejemplo!
Criar hijos varones es un desafío que vale la pena. De pronto tenemos que aprender de fútbol, autos e incluso revelar técnicas de conquista para dar un empujoncito a nuestros hijos cuando llegue ese momento.
No hay nada más maravilloso que educar niños que un día serán hombres dulces y atentos. Hombres considerados con las mujeres y los niños, maridos generosos, leales y fieles y trabajadores responsables y dedicados. Es una enorme responsabilidad, pero todas somos capaces de hacerlo, porque nos guía el sentimiento más noble y puro; el amor de madre.
Las mujeres que fuimos bendecidas con esta suerte enorme y un día, recogeremos los frutos de años de dedicación abnegada y amor incondicional.
¡Cuéntanos tu experiencia como madre de hijos varones y comparte con otras mamás!