5 técnicas para corregir a un niño irrespetuoso.
Ser padres, no es una tarea sencilla. Antes de ser padre o madre… ¿cuántas veces te dijiste que harías esto o aquello? ¡Miles! Y claro, después cuesta ponerlo en práctica. Hay que estar en el momento para vivirlo.
Por lo tanto, criar a un niño, consiste en redoblar las apuestas en nosotros mismos y en los objetivos que queremos alcanzar con ellos.
Ahora bien, si nuestro hijo demuestra rebeldía, la tarea se hace aun más difícil. Sin embargo, existen métodos que te ayudarán a resolver este problema.
En primer lugar, debemos tener claro quien “dirige el barco”. Poner límites es necesario para los niños, porque les brinda seguridad y llamarle la atención cuando falta de respeto es algo que le permitirá entender qué está bien y qué está mal.
La psicóloga Lyliane Nemet-Pier, lo explica muy bien con esta metáfora.
“El conflicto, es la ocasión ideal para los padres de recordarle al niño que él es el capitán del barco y que los niños están allí para disfrutar de la infancia, pero que no dirigen el timón.”
Es una buena idea que demuestra que todos podemos disfrutar del viaje manteniendo cada uno su lugar.
Presta atención a estos cinco métodos que te permitirán corregir a un niño irrespetuoso.
1. Entender y reconocer que cometió un error.
Aunque no lo creas, cometer el error de faltar el respeto, puede ser beneficioso para un niño, porque forma parte de un aprendizaje. Y al igual que los adultos, aprenderán del error.
Esto le hará entender que después de una mala actitud, lleva una reprimenda. Es el mejor comienzo para que entender que no debe volver a hacerlo.
Por lo tanto, se recomienda hablar con el niño y hacerle ver el error, para que luego lo reconozca. Asimismo, le hará ver que, como padres, estamos implicados en su educación.
2. Pedir perdón.
Esta es una parte muy compleja del error cometido, porque a todo el mundo le cuesta pedir perdón y el niño no es la excepción.
Pero es necesario que, una vez que haya aceptado que hizo algo malo, también pida perdón o se disculpe por el error cometido, al mismo tiempo que se comprometerá a no volver a hacerlo.
3. Comprender.
Como padres, debemos estar dispuestos a perdonar. No olvidemos que los padres tenemos una capacidad de comprensión que supera la de cualquier otra persona.
Por otra parte, no olvidemos que nuestra reacción y nuestra actitud frente a su error, lo ayudará a crear los valores que queremos inculcarle.
Esto tendrá un impacto en su personalidad a futuro; nunca lo olvides.
Si queremos enseñarle un valor, es necesario ser coherente y que también lo respetemos, para que pueda entender el sentido y la finalidad de lo que le explicamos.
4. Dar a elegir.
Para que nuestro hijo comprenda el respeto hacia los demás, es necesario poner claros cuáles son los límites que no se deben cruzar.
A veces, a los niños les cuesta diferenciar lo bueno de lo malo y esto también es parte del aprendizaje.
Es por eso que será necesario confrontarlo a situaciones en los que deberá hacer una elección y si resulta que lo que elige no es “lo bueno”, no debemos enojarnos, sino explicar qué es lo que está mal en su elección.
Si nuestro hijo se siente acompañado y no amenazado, no tendrá dificultades en entender los valores que queremos inculcarle.
5. Acompañar.
Los niños aprenden con facilidad, pero si los recargamos de consignas y de reglas, corremos el riesgo de que no puedan asimilarlas por completo.
Es por eso que acompañarlos en este proceso es fundamental para ellos, haciéndoles saber que las malas actitudes tienen consecuencias.
Permitamos que nuestros hijos corrijan sus errores cuando los cometen y hagámosles saber que eso los hará mejores personas.
Que desafiar y enfrentar a los adultos no tiene sentido porque debemos convivir y que la convivencia siempre será mejor si nos respetamos entre todos.
Predicar con el ejemplo.
Predicar con el ejemplo es la mejor manera de enseñar. Si vamos a reprender a nuestros hijos por la falta de respeto, no podemos permitirnos a nosotros mismos caer en eso.
Nunca obtendremos nada positivo si esperamos educar gritando, insultando, comparando, siendo violentos o mostrando indiferencia.
Para tu hijo, tú eres su ídolo y el espejo en el que se refleja. Prestemos atención a nuestras propias actitudes y eduquemos hombres y mujeres a nuestra semejanza.