¿Cómo corregir a un niño irrespetuoso? 3 formas de solucionarlo.

Para hablar de niños irrespetuosos, primero debemos hablar de las causas por las cuales los niños caen en la falta de respeto.

Y debemos formularnos antes esta pregunta, porque los factores que influyen en este comportamiento son múltiples y variados.

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La escritora Brigitte Racine, en su libro “El respeto; un valor para toda la vida”, habla de “itinerario familiar”.

Con este término, ella se refiere a la planificación que debemos hacer cuando conformamos una familia. ¿Qué queremos para nuestros hijos? ¿Qué valores queremos transmitirles? ¿Qué es lo mejor para ellos?

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De la misma manera que no podemos irnos de viaje sin previamente planificar qué medio de transporte vamos a utilizar o dónde vamos a alojarnos, tampoco podemos formar una familia sin hacernos algunas preguntas parecidas. ¿Cuáles serán mis objetivos y cómo los voy a lograr?

Comprender las consecuencias de los actos.

Pero con el problema ya instalado, pensar en los objetivos es importante para reencausar a “la oveja descarriada”; sin embargo, necesitamos actuar ahora.

La falta de respeto no se puede tolerar ni hacia nosotros ni hacia otros. Simplemente, porque no puede ser y porque no se puede ir por la vida siendo impertinente o prepotente. Eso genera muchos problemas.

Por eso, es importante transmitir a nuestros niños la idea de que, a un error, le sigue una consecuencia. Es lógico y natural. Y también es natural, reparar el error.

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Pensemos en nosotros mismos como adultos… si salgo siempre tarde de mi casa, llegaré tarde al trabajo… y esto me generará un problema que tendré que solucionar. Si le miento a alguien, perderé su confianza… y luego me costará mucho recuperarla. Y así con todo.

Incluso, podemos usar estos ejemplos con los niños para hacerles entender el concepto de que “el que rompe, paga”.

Pasar a la acción.

La “educación positiva” consiste en poner en práctica una manera diferente de abordar la educación, que consiste en escuchar a los niños y que, principalmente, excluye todo tipo de violencia.

Pero antes de pasar a los consejos, tengamos en cuenta que cuando le damos una orden a nuestro hijo, es posible que lo tome como una agresión. Claro… no es nuestro objetivo agredirlo, pero pensemos que es un niño y que tal vez lo perciba de esa manera.

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La insolencia es una forma de expresión que busca preservar su dignidad frente a una orden. Precisamente, el niño también busca que lo respeten y expresa su sentimiento de descontento de esta manera.

Respeto y empatía, son la base de “educación positiva”.

1) Con calma, pero con firmeza.

Lo primero que debes hacer es controlarte a ti mismo. No cedas a la tentación de levantar la voz o de recurrir al insulto. Eso sólo incrementa la escalada de malas reacciones.

Tampoco hay que hacer “como si no pasara nada”. La clave reside en la comunicación.

Debemos dejarle claro que entendemos lo que siente, su enojo o su frustración diciendo, por ejemplo: “sé que estás enojado”, o “entiendo lo que te sucede”.

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Dialoga con tu hijo para aclarar la situación, pero siempre mantente firme en tu posición. Ya sea un niño o un adolescente, es importante que sepa que debe ser respetuoso.

2) Reglas claras.

Aunque se revele contra las reglas y se niegue a cumplirlas, un niño necesita límites y estos deben quedar bien claros.

Recordarle a nuestro niño que hay reglas que se deben cumplir, es esencial para corregir la falta de respeto.

Cuando decimos “basta”, es “basta”. Los límites no deben traspasarse y debemos tomarnos nuestro tiempo para dejarle claro esto a nuestro niño.

Luego, llega lo más difícil; entender nosotros mismos que debemos mantenernos firmes a la hora de hacer cumplir la reglas.

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3) Dar el ejemplo.

Este es un punto muy importante, bastante ligado con el anterior. Es imprescindible dar el ejemplo.

Si como padres queremos establecer que el respeto es un valor importante, después no podemos empezar a gritar antes el mínimo contratiempo que surja. ¡Demos el ejemplo!

Pero aún, no nos dejemos llevar por los nervios cuando nuestro hijo se niega a obedecer. Él se sentirá tentado a actuar igual, porque así aprende que esa es la manera de reaccionar frente a los conflictos.

Mostremos a nuestros hijos cuál es el camino a seguir, cómo se piden las cosas y cómo se reacciona frente a los diferentes acontecimientos.

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Presta atención al tono de voz que utilizas, a las palabras que usas y a los gestos que haces. Recuerda que tú eres su modelo a seguir.

¿Cuándo buscar la ayuda de un profesional?

Si a pesar de estos consejos, tu hijo no cesa en su actitud agresiva e incluso violenta, entonces tal vez es hora de consultar con su pediatra y un psicólogo para que te acompañen en este proceso.

No tengamos miedo de plantear esta situación a profesionales. Muchas veces hay tendencia a pensar que fracasamos como padres cuando no podemos resolver ciertas conductas, pero se trata precisamente de lo contrario.

Amas a tu hijo y por eso quieres lo mejor para él y en este momento, tal vez lo mejor es consultar con un profesional que te guíe.

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El instinto de protección, te llevará a utilizar todas las herramientas que estén a tu alcance para resolver los conflictos.

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