4 motivos por los que no debes sacrificar todo por tus hijos.
El sacrificio por los demás es una cualidad humana que no todas las personas poseen. Pero cuando se trata del sacrificio que hacemos las madres por los hijos, el alcance puede ser enorme. ¿Qué no haríamos por ellos? Todo. Absolutamente todo.
Y lo hacemos con una sonrisa en los labios, como si a cambio recibiéramos la mejor de las recompensas. Aun cuando muchos no lo comprendan, el amor de una madre es infinito y al parecer, el espíritu de sacrificio viene incluido dentro del instinto materno.
Sabemos que lo daríamos todo por ellos; incluso la vida, pero… ¿esto quiere decir que debemos sacrificar absolutamente todo por nuestros hijos, aun cuando lo que está en juego no es tan importante? Definitivamente no. Al contrario. Y te explicamos por qué.
Estas son las 4 razones por las que no debes dejar todo de lado por tus hijos.
…porque ellos no necesitan que te sacrifiques.
Desde que las mujeres ingresamos al mercado laboral, se planteó el dilema más doloroso: ¿Carrera o familia?
Se nos estruja el alma cuando dejamos a nuestro bebé o a nuestro niño en la guardería para ir a trabajar. ¡Incluso nos dan ganas de volver sobre nuestros pasos para quedarnos con ellos!
Al mismo tiempo, nos debatimos entre ese deseo y la necesidad de respirar. También queremos volver a vestirnos y maquillarnos para ir a trabajar o hacer una pausa para tomar un café con los compañeros de trabajo.
¡Y no hablar de dejarlos una hora más para ir a la peluquería! El sentimiento de culpa es enorme… más el que nos agregan otros que se consideran con derecho a intervenir, opinando sobre nuestros deseos y necesidades.
La sensación de ser “mala madre” es más fuerte que nosotras y corremos a la guardería pensando que encontraremos a nuestro hijo llorando a mares, pero… no. Por lo general, los encontramos disfrutando, jugando o terminando con su merienda.
En ese momento nos damos cuenta de que nos apuramos por nada y que corrimos como locas con la idea fija en la cabeza de que nuestro hijo nos necesita y que con nadie estará mejor que “con mamá”.
Es cierto que tú representas la seguridad para tus hijos. Contigo, se nutren de amor, caricias, mimos y consejos y se hacen más fuertes para, al día siguiente, volver a las actividades que también necesitan realizar, mucho más valientes, audaces y curiosos de lo que encontrarán, lejos de mamá durante algunas horas.
Para crecer, también necesitan tomar distancia.
Conclusión: su felicidad no depende únicamente de ti, de modo que no te sientas culpable porque tu felicidad no dependa únicamente de ellos.
Que trabajes, vayas al gimnasio o salgas a cenar con amigas, no afecta a tus hijos.
…porque tu sacrificio puede ser una carga para ellos.
No hay nada más terrible que llorar por lo que pudo ser y no fue.
Si sacrificas absolutamente todo por tus hijos, si dejas de lado tus ambiciones profesionales, tus ganas de hacer deportes, de ver a tus amigos, de vestirte y maquillarte para verte bien, en algún momento, lo lamentarás.
O lo que es peor… corres el riesgo de que un día recrimines a tu hijo todos los esfuerzos y sacrificios que hiciste.
Es normal que depositemos ilusiones y esperanzas en nuestros hijos, pero no a expensas de hacerlos sentir culpables porque después no cumplan con nuestras expectativas.
Frases como; “después de todo lo que hice por ti…”, sólo generan culpa en nuestros hijos, que sentirán que no tienen derecho a equivocarse.
Este tipo de comentarios sólo genera presión y miedo a decepcionar a sus padres. Es decir, hace a las personas desdichadas. ¿Acaso una madre quiere ver a sus hijos infelices? Claro que no.
Pensar en todo lo que sacrificamos por nuestros hijos, es como transmitirles la sensación de que tienen una deuda con nosotros que deben “pagar”, en lugar de perseguir sus propios sueños con libertad.
¡Cuidado! Tanto sacrificio, paraliza.
…porque necesitan una madre dichosa, no sacrificada.
Tus niños necesitan una madre que los ame y que se preocupe por ellos, pero eso no significa “madre sacrificada”; significa “madre dichosa”.
Se predica con el ejemplo, de modo que ser una mamá que brilla, que es feliz con las elecciones que hace en su vida y que se siente realizada como madre, como mujer y como trabajadora, es uno de los mejores regalos que puedes hacerles.
Sé para tus hijos una mamá cuya felicidad no depende exclusivamente de ellos, ya que eso les dará una inmensa sensación de libertad, así como un contexto psicosocial ideal en el cual desarrollarse.
Tal vez reduzcas el tiempo que les dediques, pero no nos vayamos a los extremos. No hablamos de no pasar nada de tiempo con tus hijos sólo para trabajar o disfrutar. Se trata de hacer las cosas que deseamos para sentirnos felices y así, brindarles a nuestros hijos tiempo de calidad.
Tus hijos no necesitan una mamá cansada de las tareas domésticas, sino una que cuente qué hizo ese día e intercambie opiniones. ¡Charlas en familia!
…porque necesitan un ejemplo que los ayude a respetar sus propios deseos y necesidades.
Los hijos siempre tienen algo que reprochar a sus padres, aun cuando estos se hayan sacrificado día y noche por ellos. Nadie escapa a eso. No hay excepciones.
De modo que renunciar a todo, no es saludable para nadie.
¿Y qué mejor modelo para ellos que una mamá que respeta sus propias necesidades, sus sueños o su deseo de sentirse realizada?
¡Da el ejemplo! Siempre decimos que queremos ver a nuestros hijos felices… pues bien, la felicidad también tiene que ver con la libertad.
Cada vez que te vean valorarte, instruirte, superarte a ti misma, apreciada por otros y dándote tiempo a ti misma, aprenderán muchas más cosas que dando una vuelta más en bicicleta o jugando una hora más en el parque.
Tú representas el mundo de los adultos. Es ese mundo al que aspiran cada vez que los vemos jugando con las herramientas de papá o poniéndose los zapatos de mamá.
Haz que vean ese mundo como un lugar de desafíos y esfuerzo, pero también de satisfacción personal y de dicha.
Ser madre es una bendición, no un lugar de sacrificio. Nunca dejes de ser tú.