La depresión es una enfermedad que nos hace sufrir y que no es sólo estar triste.
La depresión te paraliza. No te deja mover. Es como una piedra enorme y pesada que tienes en tu cabeza que te aplasta y te produce una sensación de impotencia y ahogo.
No es fácil sobrellevar la depresión. Algunas personas, ni siquiera saben que están pasado por un momento tan difícil.
¿Sabías que afecta más a las mujeres que a los hombres?
Todo tenemos períodos de altas y bajas en nuestras vidas, pero no debemos confundir situaciones complejas que nos presenta la vida con una enfermedad grave como la depresión.
Sí, la depresión es una enfermedad. Y a veces, puede tener consecuencias fatales.
Afectan todo el cuerpo de la persona que la padece y no sólo su alma o sus sentimientos. Algunos trastornos físicos relacionados con la depresión son los dolores articulares y musculares, como así también; los trastornos estomacales.
Es decir, la depresión no es solo un momento de tristeza; es una condición seria que las personas deben atender con seriedad.
Puede empezar como un momento de tristeza, pero cuando se empieza a teñir de otras cosas, la situación cambia.
El depresivo se aísla, su rostro se tensa y se vuelve inexpresivo. Sus movimientos se hacen lentos y hasta deja de ocuparse de su apariencia y de su higiene personal.
El depresivo no le encuentra gusto a nada. Se vuelve irritable, intolerante a los ruidos, e incluso a las personas más cercanas a las que quiere.
El depresivo se ve invadido por una sensación de melancolía permanente. Habla cada vez menos y lo hace con un tono monocorde y lento.
El depresivo pierde el interés en todo lo que antes disfrutaba. En los jóvenes, se instalan las dificultades escolares y en los adultos, las dificultades profesionales. Vive sumergido en la tristeza y su discurso es pesimista.
El depresivo se culpa por todo lo que sucede, cree que nunca podrá salir de esta situación que lo domina y lo angustia y se desvaloriza a sí mismo, convenciéndose de no es bueno para nada y de que el mundo sería un lugar mejor si él no estuviera.
No le digas que todo va a estar bien.
Parece contradictorio, pero el depresivo no necesita escuchar que “todo pasará”, que “todo va a estar bien” o que “tiene que poner fuerza de voluntad”.
El depresivo está enojado. No sabe bien por qué, pero siente enojo hacia la vida, hacia los que lo rodean y hacia sí mismo.
A veces, el depresivo puede saber a qué se debe su depresión y también siente enojo hacia eso, pero en la mayoría de los casos, las personas no saben cuál es el origen de su enfermedad.
A veces, la tristeza se esconde detrás de la rabia y la agresividad.
El depresivo no ve la salida, por más que se la mostremos. No puede con su vida. Y muchas veces, son difíciles de ayudar, porque no quieren recibir ayuda. Forma parte de la depresión.
¿Cuáles son las causas de la depresión?
Y entonces nos preguntamos, en qué momento las personas cayeron en este estado de desesperación que hace sus vidas tan miserables.
A veces las causas estuvieron tapadas durante muchos años y de pronto, un acontecimiento menor las revela.
Es como tener un depósito de pólvora guardado durante mucho tiempo sin ni siquiera acordarnos de él y un día, una chispa insignificante hace que todo estalle. ¿Qué fue lo que sucedió?
Pero no sólo con el amor romántico, sino con la pérdida de “algo” que las personas amamos o amábamos apasionadamente.
El shock emocional que se vive, puede ser fatal.
Puede tratarse del amor que se va con la muerte, el amor negado de alguien que no nos ama, la pérdida de la salud, la pérdida del trabajo o incluso la pérdida de objetos que nos hayan robado.
En todos estos casos, la pérdida de una persona, un sentimiento, la salud o un objeto, hace que alguien sienta que le “amputaron” su objeto de amor que era una parte vital de su vida. Esto lo desarma y lo hunde.
El depresivo, considera que ya no es la misma persona si le falta esto y entonces, comienzan a mezclarse sentimientos de rabia, frustración y enojo.
A partir de ahí, la depresión está a la vuelta de la esquina.
Tal vez este sea el motivo de las depresiones “post-parto”, en donde las mujeres tenemos un sentimiento de pérdida, porque nuestro bebé ya no es sólo nuestro.
Por supuesto que no todo aquel que pasa por un desengaño amoroso o la muerte de un ser querido, se enferma de depresión, pero hay quienes no pueden superar el sentimiento de frustración y se deprimen.
¿Qué podemos hacer los que estamos alrededor?
En primer lugar, debemos entender que la depresión es una enfermedad y no una elección del depresivo.
Nadie elige sentirse así de desdichado.
Pero sí debemos actuar, para que la situación no se agrave.
Dejemos las culpas de lado. Nadie tiene la culpa de lo que está sucediendo. No sirve de nada decirle al depresivo que “no pone buena voluntad” o que “quiere llamar la atención”. Eso sólo generará más tensión y resistencia a aceptar la ayuda.
Tampoco sirven los reproches con frases como “otros están peor que tú” o “no puedes pasarte el día en la cama”. El depresivo sólo puede ver lo mal que está él y no analiza nada más. Forma parte de su enfermedad.
No sobreprotejas a la persona deprimida. Eso la hará sentir peor; como si fuera una criatura a la que hay que cuidar y se instalará que tiene una actitud infantil, cuando en realidad sufre de una enfermedad seria.
El depresivo necesita tu apoyo. Necesita saber que estás a su lado y necesita que le digas que hay solución para su problema.
Muéstrate seguro y tranquilizador. No te desanimes. Es normal que el depresivo muestre resistencia porque en cierta forma se siente “cómodo” con su depresión.
No te dejes invadir por la desesperanza. Él o ella, te necesitan.
¿Ya pasaste por esta enfermedad? ¿Conoces a alguna persona cercana que la haya sufrido? Cuéntanos tu experiencia, que será de mucha ayuda para otros.