El exceso de azúcar, puede volver agresivos a los niños.
¿Qué tanto controlamos el consumo de azúcar en nuestros niños? Por lo general, los padres estamos muy atentos a este tema, porque el azúcar se encuentra en muchos alimentos, especialmente en los de elaboración industrial.
Sabemos que la dieta tiene que ser equilibrada y somos conscientes de que el azúcar es el origen de muchos problemas de salud: obesidad, diabetes, caries, e incluso adicción.
Sin embargo, un estudio reciente revela algo tan serio y preocupante como que el azúcar, está ligado a comportamientos agresivos.
Más agresivos.
Aunque sabemos que el azúcar es nocivo para la salud, no resulta tan fácil eliminar este hábito. Sin embargo, los niños empiezan a consumir azúcar desde muy temprana edad y más allá de los problemas de salud que esto genere, también puede verse afectado su comportamiento.
Investigadores de la Universidad Bar-Ilan, en Israel, llegaron a esta conclusión, después de haber hecho un estudio sobre 137.284 niños de entre 11 y 15 años, residentes en distintos países europeos y Canadá.
Estos investigadores determinaron que el alto consumo de azúcar, tiende a aumentar la frecuencia de peleas o de consumo de alcohol y tabaco, en el futuro.
Puntualmente, en el Reino Unido, los niños que consumen mucha azúcar (bebidas gaseosas, golosinas y chocolate), son más proclives a comenzar a fumar a temprana edad (89%) o a consumir alcohol (72%), en relación a otros que no.
Una dependencia nociva.
El problema radica principalmente en la adicción que el azúcar genera, como consecuencia de recibir grandes dosis; similar al efecto que provocan las drogas.
Incluso, llegamos a la conclusión de que, de la misma manera que se crea la adicción y la adicción vuelve a las personas violentas, el azúcar termina teniendo el mismo efecto: agresividad, violencia, impulsividad, tomas de riesgo innecesarios.
Peor aún, algunos especialistas afirman que este consumo desmesurado de azúcar que genera adicción, también puede ser el origen de trastornos de hiperactividad o de bipolaridad. Son dos buenas razones para vigilar el consumo de azúcar de nuestros hijos.