Shakira en el centro de la polémica por su elección de vestuario al recoger a sus hijos.

Cuando una figura pública como Shakira decide cumplir su rutina diaria —llevar o buscar a sus hijos al colegio— parece sencillo. Pero para ella ese gesto común se convirtió en foco de controversia. En una de esas salidas, fue fotografiada con un atuendo relajado, y los medios no tardaron en tomarlo como tema de debate: su vestimenta para ir al colegio generó críticas, acusaciones de “mala imagen” y cuestionamientos públicos.

En 2017, por ejemplo, Shakira fue captada con ropa deportiva, sin maquillaje, y un look informal —leggings, zapatillas, suéter— mientras recogía a sus hijos. Fue un intento de pasar desapercibida, de mostrar simpleza, pero eso bastó para que algunos medios minimizaran la imagen cuidadosamente construida de la artista. Más recientemente, volvieron las críticas: algunos señalaron que “vestir así para ir al colegio” no daba “buen ejemplo”.

Pero más allá del debate sobre moda o normas sociales, lo que hay detrás de estas críticas es un problema más profundo: la exposición constante de la vida privada de sus hijos. Tras su separación con Gerard Piqué, la cantante denunció que sus hijos sufrieron “acoso incesante” por parte de paparazzis y medios de comunicación, quienes los seguían a la salida y entrada del colegio. En un mensaje público, pidió respeto por su privacidad, insistiendo en que sus hijos “no son figuras públicas, sino niños que merecen tranquilidad”.

Foto: Solarpix/The Grosby Group

Esa petición revela el corazón de la polémica: el foco no debería ponerse en lo que una madre lleva puesto, sino en la presión mediática que recae sobre una familia. Que una madre decida vestirse cómodamente no debería ser motivo de juicio —menos aún cuando la prioridad es cuidar a sus hijos. Es lógico que una mujer con una agenda tan intensa como la de Shakira opte por la comodidad y la practicidad en tareas cotidianas. Si esa elección desencadena críticas, tal vez sea momento de cuestionar las expectativas sociales sobre cómo “debe verse” una madre.

Además, lo que muchos olvidan: no todos los días son alfombras rojas, y no todas las madres buscan llamar la atención. A veces, simplemente están tratando de ofrecer normalidad a sus hijos. Y acaso ese esfuerzo merezca más respeto —no más críticas.

Foto: Solarpix/The Grosby Group

En definitiva, la controversia sirve para reflexionar: ¿por qué juzgamos a una madre por su ropa cuando lo realmente importante debería ser su intención, sus acciones y su voluntad de proteger a sus hijos? Si la prioridad es el bienestar de los pequeños, tal vez reafirmar el derecho a la privacidad y a la normalidad sea lo más respetuoso.

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